Durante la última década, hemos estado vendiendo el sueño de que la cripto revolucionará el mundo, solucionando problemas del mundo real y dando la bienvenida a una gran afluencia de usuarios de Web2 a este nuevo y audaz mundo. Seamos honestos, sin embargo, la cripto no ha cumplido del todo esa promesa. En su lugar, colectivamente nos hemos convertido en degenerados en busca de emociones, saltando de un esquema Ponzi a otro como una ardilla con espresso.