La relación de Donald Trump con el dólar estadounidense siempre ha sido complicada. Durante su primer mandato, abogó abiertamente por un dólar más débil, a menudo chocando con las normas de comportamiento presidencial. Ya sabes, típico de Trump.
En 2019, después de que el Presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, insinuara más estímulos monetarios, Trump saltó, tuiteando que:
“Mario Draghi acaba de anunciar que podrían llegar más estímulos, lo que hizo que el Euro cayera inmediatamente frente al Dólar, haciéndolo injustamente más fácil para ellos competir contra EE. UU. Han estado saliéndose con la suya durante años, junto con China y otros.”
Eso fue un claro ataque a la política tradicional del dólar estadounidense y una señal de que Trump estaba dispuesto a tomar medidas por su cuenta. Ahora, mientras el presidente se prepara para un segundo mandato, la conversación sobre el dólar vuelve a cobrar fuerza. Su elección para Secretario del Tesoro, Scott Bessent, está tratando de vender una narrativa diferente.
Scott afirma que la nueva administración de Trump cree en la dinámica del libre mercado, diciendo: “Si tienes buenas políticas económicas, naturalmente tendrás un dólar fuerte.” Pero cualquiera que haya seguido a Trump sabe que sus acciones a menudo hablan más fuerte que los puntos de discusión de su administración.
Un dólar fuerte y las tácticas comerciales de Trump
El dólar no está esperando a que Trump decida. Desde su reelección, el índice del dólar DXY, que rastrea el dólar frente a las principales monedas, ha subido casi un 3%. Este aumento va en contra de la preferencia anterior de Trump por una moneda más débil y ejerce presión sobre socios comerciales clave como la eurozona y China. Ambos ya se enfrentan a desafíos económicos.
La posición de Europa es especialmente precaria. El Banco Central Europeo ha estado recortando las tasas para combatir los riesgos de recesión. Las tasas de depósito podrían caer hasta el 1.5% desde el 3%, mientras que la inflación sigue por debajo del objetivo del 2% del BCE.
Por el contrario, la inflación en EE. UU. ha aumentado a 2.7%, lo que mantiene a la Reserva Federal cautelosa sobre la reducción de las tasas. Estas dinámicas hacen que el dólar sea naturalmente más fuerte, lo que crea dolores de cabeza para los exportadores europeos y amplía la brecha comercial con los EE. UU.
China no está en mejor forma. Su economía lucha por encontrar una base, con líderes que piden más estímulos fiscales y monetarios. El renminbi, la moneda de China, ha sido un campo de batalla clave en guerras comerciales pasadas entre Estados Unidos y China.
Los esfuerzos deliberados de las autoridades chinas para debilitar el renminbi comprando dólares no son nada nuevos, y muchos analistas esperan más de lo mismo en los próximos meses. Si Trump revive sus políticas arancelarias, China podría responder con manipulación de divisas, preparando el escenario para otra ronda de brinkmanship económico.
Aquí es donde la naturaleza impredecible de Trump se convierte en un factor. Durante su primer mandato, no dudó en atacar las medidas de estímulo extranjeras, acusándolas de socavar el comercio estadounidense. Si el dólar continúa subiendo, Trump podría adoptar fácilmente una postura similar, especialmente si le ayuda a vender sus políticas comerciales como una victoria para los trabajadores estadounidenses.
¿Un nuevo acuerdo monetario o otra tormenta en Twitter?
Trump nunca ha sido alguien que juegue según las reglas. En 1985, el Acuerdo del Plaza vio a las principales economías acordar debilitar el dólar para equilibrar el comercio global. ¿Podría intentar una versión moderna de esto, quizás etiquetada como un "Acuerdo Mar-a-Lago"?
No es descabellado imaginar que exija concesiones monetarias a los socios comerciales de Estados Unidos a cambio de alivio arancelario. Pero lograr un acuerdo de este tipo requeriría habilidad diplomática, algo que a menudo le falta al enfoque impulsivo de Trump.
El problema con las negociaciones de divisas es su complejidad. Las tasas de cambio no son solo números; reflejan la salud económica, la dinámica comercial y las políticas monetarias de naciones enteras. Coordinar estos factores en múltiples economías es como jugar ajedrez en múltiples tableros simultáneamente.
La tendencia de Trump a simplificar los problemas en términos de ganar o perder hace que este sea un camino especialmente arriesgado. Algunos analistas ya se están preparando para lo que llaman "guerras de divisas".
A pesar de estos riesgos, los mercados parecen haber incorporado gran parte del impacto potencial de Trump. El índice del dólar ha subido un 6% desde finales de octubre, cuando los inversores comenzaron a apostar por su victoria. Esto podría limitar el impulso alcista del dólar el próximo año.
Pero si Trump comienza a presionar activamente a los gobiernos extranjeros para debilitar sus monedas, todo puede pasar. La diplomacia impulsada por las redes sociales podría regresar con fuerza, haciendo que los mercados financieros sean tan impredecibles como siempre.
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Donald Trump y el Dólar estadounidense: ¿es realmente una amenaza uno para el otro?
La relación de Donald Trump con el dólar estadounidense siempre ha sido complicada. Durante su primer mandato, abogó abiertamente por un dólar más débil, a menudo chocando con las normas de comportamiento presidencial. Ya sabes, típico de Trump.
En 2019, después de que el Presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, insinuara más estímulos monetarios, Trump saltó, tuiteando que:
“Mario Draghi acaba de anunciar que podrían llegar más estímulos, lo que hizo que el Euro cayera inmediatamente frente al Dólar, haciéndolo injustamente más fácil para ellos competir contra EE. UU. Han estado saliéndose con la suya durante años, junto con China y otros.”
Eso fue un claro ataque a la política tradicional del dólar estadounidense y una señal de que Trump estaba dispuesto a tomar medidas por su cuenta. Ahora, mientras el presidente se prepara para un segundo mandato, la conversación sobre el dólar vuelve a cobrar fuerza. Su elección para Secretario del Tesoro, Scott Bessent, está tratando de vender una narrativa diferente.
Scott afirma que la nueva administración de Trump cree en la dinámica del libre mercado, diciendo: “Si tienes buenas políticas económicas, naturalmente tendrás un dólar fuerte.” Pero cualquiera que haya seguido a Trump sabe que sus acciones a menudo hablan más fuerte que los puntos de discusión de su administración.
Un dólar fuerte y las tácticas comerciales de Trump
El dólar no está esperando a que Trump decida. Desde su reelección, el índice del dólar DXY, que rastrea el dólar frente a las principales monedas, ha subido casi un 3%. Este aumento va en contra de la preferencia anterior de Trump por una moneda más débil y ejerce presión sobre socios comerciales clave como la eurozona y China. Ambos ya se enfrentan a desafíos económicos.
La posición de Europa es especialmente precaria. El Banco Central Europeo ha estado recortando las tasas para combatir los riesgos de recesión. Las tasas de depósito podrían caer hasta el 1.5% desde el 3%, mientras que la inflación sigue por debajo del objetivo del 2% del BCE.
Por el contrario, la inflación en EE. UU. ha aumentado a 2.7%, lo que mantiene a la Reserva Federal cautelosa sobre la reducción de las tasas. Estas dinámicas hacen que el dólar sea naturalmente más fuerte, lo que crea dolores de cabeza para los exportadores europeos y amplía la brecha comercial con los EE. UU.
China no está en mejor forma. Su economía lucha por encontrar una base, con líderes que piden más estímulos fiscales y monetarios. El renminbi, la moneda de China, ha sido un campo de batalla clave en guerras comerciales pasadas entre Estados Unidos y China.
Los esfuerzos deliberados de las autoridades chinas para debilitar el renminbi comprando dólares no son nada nuevos, y muchos analistas esperan más de lo mismo en los próximos meses. Si Trump revive sus políticas arancelarias, China podría responder con manipulación de divisas, preparando el escenario para otra ronda de brinkmanship económico.
Aquí es donde la naturaleza impredecible de Trump se convierte en un factor. Durante su primer mandato, no dudó en atacar las medidas de estímulo extranjeras, acusándolas de socavar el comercio estadounidense. Si el dólar continúa subiendo, Trump podría adoptar fácilmente una postura similar, especialmente si le ayuda a vender sus políticas comerciales como una victoria para los trabajadores estadounidenses.
¿Un nuevo acuerdo monetario o otra tormenta en Twitter?
Trump nunca ha sido alguien que juegue según las reglas. En 1985, el Acuerdo del Plaza vio a las principales economías acordar debilitar el dólar para equilibrar el comercio global. ¿Podría intentar una versión moderna de esto, quizás etiquetada como un "Acuerdo Mar-a-Lago"?
No es descabellado imaginar que exija concesiones monetarias a los socios comerciales de Estados Unidos a cambio de alivio arancelario. Pero lograr un acuerdo de este tipo requeriría habilidad diplomática, algo que a menudo le falta al enfoque impulsivo de Trump.
El problema con las negociaciones de divisas es su complejidad. Las tasas de cambio no son solo números; reflejan la salud económica, la dinámica comercial y las políticas monetarias de naciones enteras. Coordinar estos factores en múltiples economías es como jugar ajedrez en múltiples tableros simultáneamente.
La tendencia de Trump a simplificar los problemas en términos de ganar o perder hace que este sea un camino especialmente arriesgado. Algunos analistas ya se están preparando para lo que llaman "guerras de divisas".
A pesar de estos riesgos, los mercados parecen haber incorporado gran parte del impacto potencial de Trump. El índice del dólar ha subido un 6% desde finales de octubre, cuando los inversores comenzaron a apostar por su victoria. Esto podría limitar el impulso alcista del dólar el próximo año.
Pero si Trump comienza a presionar activamente a los gobiernos extranjeros para debilitar sus monedas, todo puede pasar. La diplomacia impulsada por las redes sociales podría regresar con fuerza, haciendo que los mercados financieros sean tan impredecibles como siempre.
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